Los trapenses son monjes y monjas que ponen su vida al servicio de la oración y del trabajo, en el seno de una vida comunitaria. Al mismo tiempo forman parte de la economía de mercado moderna; producen y venden productos alimentarios y otros artículos. Desempeñan este rol de la forma que les corresponde: ética y transparente, con una atención particular a la dignidad humana y al medio ambiente. La elaboración y el comercio están sometidos a la supervisión de los trapenses; son muchos los que toman parte.
Una pequeña parte de lo que producen los monjes y las monjas en su abadía es para su uso personal. La mayor parte se destina a la venta. Con los ingresos, los y las trapenses responden a las necesidades de su comunidad monástica. El excedente se dedica a donaciones. Apoyan proyectos de desarrollo tanto a nivel nacional como en el extranjero, donde proponen ayuda a las personas en necesidad.
La Asociación internacional trapense ayuda a las abadías miembros en la consecución de sus actividades económicas. Promueve también la preservación de los valores profundos que caracterizan a los trapenses. Estos valores se manifiestan particularmente a través de la responsabilidad social de las empresas, de adquisiciones sostenibles, y preservando el medio ambiente.